jueves, 28 de febrero de 2008

Mi dulce y bella Ninfo


Supongo que todos en algun momento nos hemos sentidos un poco aterrados por la posibilidad de dejarnos seducir por el hedonismo y convertirnos en desconocidos para nosotros mismos. A veces es dificil discernir cuando nos alejamos de la realidad y nos evadimos realmente y cuando sobrepasamos ese limite tampoco sabemos si podremos volver algún dia a la realidad...


"Su vida era como un recuerdo de lo que pudo haber sido, como una eterna búsqueda hedonista del placer natural fuera de artificios, de drogas artificiales y de productos químicos…no al menos fuera de los socialmente reconocidos como aceptables. Sus ojos mostraban la fuerza de una adolescente con ganas de comerse el mundo, con toda una vida por delante, con una vida ya consumida antes siquiera de empezar ahogada en los excesos de la locura enfermiza de una víctima de la sociedad.
Dios como me estremezco ¡que pena! Me sentía impotente cuando me contaba sus relatos de dolor describiéndolos con toda naturalidad, con la naturalidad de la persona que lo tiene todo perdido y ve un poco de luz, un faro lejano en mis ojos atentos y mis palabras de consuelo. Pero reflejando en sus ojos una pena y un vacío como jamás vi en ninguna otra persona.
El dolor, la angustia, la impotencia…sentimientos todos unidos que luchaban dentro de mi por intentar confluir en alguna solución. Pero que solución puede haber en un daño ya hecho, que solución para algo que está perdido antes de empezar y mucho antes de brotar el germen de la vida…vida que corrió delante de sus ojos y ni tan siquiera buenos recuerdos le dejó sino tan solo pequeñas lagunas nostálgicas de momentos de lucidez y felicidad caduca. Intentaba dentro de mi con toda fuerza buscar una solución pero el daño estaba ya causado, el germen del dolor dio paso a la semilla de la locura y la desesperación. Y por mucho que un buen médico competente pudiera hacer es difícil enderezar el árbol torcido mas aun cuando sus raíces se han roto y sus ramas están llenas de hojas marchitas, con la belleza otoñal de lo que fue y pudo haber sido y con el sombrío cristal empañado de sus ojos que se llenaban de un brillo triste y doloroso cada vez que me recordaba alguna desgraciada aventura o algún doloroso recuerdo.
La tristeza me invade desde aquel día que fundiendo mi cuerpo con el suyo creí que podría redimir el alma perdida y abandonada en el desierto de la desesperación y de la locura. Es una tristeza diferente a las que sufrí otras veces, es una tristeza mas fuerte por contemplar la belleza de esa pequeña criatura que podría haber tenido una Medina Azahara de haber querido o podido abrir esos preciosos ojos y haber mirado mas allá de dos metros y mas adentro de un palmo, en lo mas profundo de su alma rota.
Gocé su cuerpo y sobre todo su pasión y su indescriptible calor y dulzura enajenado completamente soñando que yo podría haber sido el arquitecto de su Medina Azahara y su benefactor y a la vez sabiendo que todo no era mas que un sueño y que al salir por la puerta de aquel improvisado cielo de estrellas imaginarias todo volvería a ser como lo encontré y quise cambiar, y que ella al dia siguiente no recordaría apenas nada de mi tan solo unos buenos orgasmos y la necesidad de volver a sentirlos con otra persona que estuviera alli para socorrerla y ayudarla en su búsqueda de esa sensación que la hiciera sentir viva, cuerda. Porque, la fusión de los cuerpos y la sensación del orgasmo era lo único cuerdo que para ella existía al ser en si una locura para todo ser humano y una maravilla para el goce del alma y el cuerpo."